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  • Kensho Clínica

La Paciencia. Qué es y cómo trabajarla.


Hemos olvidado la importancia de la paciencia.


Vivimos en la sociedad de la inmediatez. Tenemos acceso a prácticamente cualquier cosa con tan sólo un click y sin movernos de casa. ¿Cuántas veces hemos pagado más por un envío exprés de algo que realmente no era urgente, simplemente porque queríamos tenerlo en casa mañana en lugar de pasado?



Esa inmediatez, sumada al ritmo de vida acelerado que llevamos, donde vamos en piloto automático la mayor parte del tiempo, nos pone bastante difícil desarrollar la paciencia.

Pocos se acordarán lo que era esperar a que saliera el disco de tu artista favorito, o esperar la carta de tus amigos en verano. Ahora, en cuanto un artista saca una nueva canción podemos escucharla 24 horas con sólo abrir una aplicación. Cuando un amigo nos escribe podemos leerlo al segundo.


Pero, ¿qué pasa cuando nos encontramos con situaciones en las que nos toca esperar? Por ejemplo, un atasco, una nota de un examen, un ascenso, una entrevista de trabajo… Es habitual que sintamos frustración, estrés, incomodidad y una enorme necesidad por controlar esas situaciones.

¿Qué es la paciencia? 😖


Podemos definir la paciencia como “la actitud o capacidad de sobrellevar situaciones difíciles y conflictos de diversa índole”. Es la capacidad de esperar sin desesperar la llegada de recompensas y metas deseadas. Generalmente se relaciona con la madurez, con el valor y con la perseverancia.


Muchas personas creen que es la capacidad de esperar sin más, pero realmente va más allá.



“La paciencia no es simplemente la capacidad de esperar, es cómo nos comportamos mientras esperamos”. "Joyce Meyer"


Se relaciona con la tolerancia a la incertidumbre, con el autocontrol, con la inteligencia emocional, con la paz y la calma.


¿Cómo desarrollar la paciencia?


1. Entiende que no puedes controlarlo todo: por mucho que lo intentemos, no tenemos el poder de controlar y cambiar a nuestro gusto determinadas situaciones, ni mucho menos a las personas. Luchar por controlar aquello que escapa de nuestro control puede llegar a ser muy frustrante, además de un gasto de energía física y mental enorme. El hecho de intentar tener todo bajo control, de pretender controlar todo con un click, es una carga mental agotadora y muy difícil de soportar. En lugar de intentar cambiar las cosas, ACEPTA que hay multitud de aspectos en tu día a día que no dependen de ti, y centra tus esfuerzos en los que sí.


2. Relativiza: aprender a dar la importancia que realmente merecen las circunstancias o los problemas que nos rodean nos ayudarán a mantener nuestro equilibrio y a no desesperarnos. Muchas veces hacemos un mundo de un grano de arena, y perdemos la paciencia por cosas insignificantes. ¿Es tan importante? ¿Realmente es algo que no puede esperar? Si te impacientas por las pequeñas cosas de la vida, ¿qué harás ante algo más importante?

3. Identifica las cosas que habitualmente te generan más impaciencia: saber qué circunstancias o qué personas hacen que sientas impaciencia y actúes impulsivamente, es fundamental para poder cambiar esa respuesta por una más adaptativa, flexible y reflexiva.

4. Visualiza situaciones en las que tuviste paciencia: ¿Qué hiciste? ¿Cómo te sentiste? ¿Qué conseguiste? Esta visualización es muy útil, ya que muchas veces nos escudamos en el “yo es que no tengo paciencia, es imposible para mí”. Seguro que hay alguna situación en la que pusiste en práctica la paciencia, si has sido capaz de ser paciente en algún momento, podrás serlo en otros. Demuéstrate que puedes. También puedes visualizar otras situaciones que te infundan calma, ¿qué emociones te despiertan? Cuando algo nos genera sensaciones agradables, es más fácil que tendamos a repetirlo.


5. No tomes decisiones en caliente: en ocasiones, nos vemos obligados o presionados, tanto por el exterior como por nosotros mismos, a tomar decisiones precipitadas. Generalmente decidir bajo presión o en situaciones de estrés no suele dar buenos resultados. Darse tiempo para pensar es fundamental para decidir desde la reflexión y no desde la impulsividad.

6. Divide tus metas en pasos: esto no sólo es útil para reducir el estrés y tener una mejor gestión del tiempo. También nos sirve para visualizar la progresión de nuestros avances y para mantener la motivación. Al ser más conscientes de nuestros avances, nos resultará más fácil esperar la meta final con paciencia ya que vamos reforzando cada pequeño paso, y no valoramos solamente la recompensa final, ya que cada objetivo se convierte en una recompensa más a corto plazo. Aprende a disfrutar del proceso y no sólo del resultado.

7. Valora lo que hacen los demás: la impaciencia está muy relacionada con la exigencia, tanto con nosotros como con los demás. Aprender a valorar los esfuerzos y los aportes de los demás es fundamental para desarrollar la paciencia. Este punto está muy relacionado con el de querer tener todo bajo control. En muchas ocasiones, no somos capaces de delegar determinadas tareas en los demás porque no las hacen como nosotros creemos que deben hacerse, y eso nos genera estrés. Es fundamental aceptar y asumir que hay muchas maneras de hacer las cosas, y que la nuestra es una forma más. Aprender a delegar es fundamental para reducir el estrés y la impulsividad.


8. Permítete darte tiempo: la mayoría de las veces la persona con la que tenemos menos paciencia es con nosotros mismos. Nos exigimos y exigimos, sin permitirnos parar ni fallar. En lugar de pensar en qué es lo siguiente que tienes que hacer, en lugar de “castigarte” por tardar más de lo que consideras estrictamente necesario en una tarea, párate a pensar cómo puedes gestionar mejor tu tiempo, cuál es la tarea más importante en ese momento y céntrate sólo en esa. No te compares con los demás, cada persona requiere su tiempo. Y recuerda que una de las cosas más valiosas que tenemos es el tiempo, valóralo.

9. Practica la meditación y la respiración consciente: es una buena manera de desconectar de las prisas del mundo exterior y de conectar con uno mismo. Además la relajación puede ayudarte a sobrellevar y a afrontar de una manera más adaptativa los momentos y situaciones de estrés. Enfócate en el momento presente, poniendo en práctica el Mindulfess del que ya hemos hablado. Si vives en el presente, no estás esperando algo constantemente.


Para desarrollar la paciencia también se necesita paciencia. Como cualquier habilidad requiere tiempo y dedicación, pero los cambios que produce en nuestra calidad de vida merecen, como mínimo, intentar ponerla en práctica.



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