
Toda la vida hemos oído hablar de las emociones
La psicología de la emoción es una de las áreas psicológicas de la que existe un gran número de modelos teóricos y sin embargo hay mucha ambigüedad al respecto. Puede deberse a que la emoción, es difícil de investigar, ya que no puede observarse directamente, puesto que es un proceso psicológico.
"Casi todo el mundo piensa que sabe qué es una emoción hasta que intenta definirla. En ese momento prácticamente nadie afirma poder entenderla"
Wenger, Jones y Jones
La emoción es el proceso psicológico que nos prepara para adaptarnos y responder a las demandas del entorno. Por lo tanto, su función principal es la adaptación. Las emociones son reacciones naturales que nos permiten ponernos en alerta ante determinadas situaciones que implican peligro, amenaza, frustración, etc.
Podemos definir la emoción como un proceso complejo, una experiencia multidimensional en el que están integradas tres sistemas de respuesta:
1. Cognitivo: interpretación que hacemos de lo que sucede, los pensamientos y sentimientos que genera.
2. Neurofisiológico: respuesta del organismo, activación del Sistema Nervioso Autónomo y del sistema endocrino (taquicardia, ruboración, secreciones hormonales…)
3. Conductual: manifestación externa de la emoción. Puede ser verbal o no verbal (expresiones faciales, tono de voz, paralenguaje…)
Estos tres sistemas están íntimamente relacionados y se retroalimentan. Puede que una de estas dimensiones adquiera especial relevancia en una emoción en concreto, o en una situación determinada, o incluso en cada persona. Por ejemplo, puede que en el enfado sea más notorio el sistema conductual que el cognitivo.
¿Cuales son las funciones de las emociones?
El psicólogo Reeve señaló tres funciones principales:
1. Función adaptativa: como hemos comentado en la definición, una de las funciones más importante de las emociones es la de preparar al organismo para responder de manera eficaz a las condiciones del entorno, movilizando la energía necesaria para ello. Facilita el acercamiento o la evitación del objetivo.
2. Función social: las emociones facilitan la interacción social, permiten la comunicación de los estados afectivos, promueven la conducta prosocial. Incluso la propia represión emocional también tiene una función social.
3. Función motivacional: hay una relación muy estrecha entre la emoción y la motivación. Es una relación bidireccional, ya que en toda conducta motivada se producen reacciones emocionales, y a su vez la emoción puede determinar la aparición de la conducta.
¿Qué tipos de emociones existen?
La siguiente clasificación es la más conocida y la que cuenta con un mayor aval. Elaborada por Paul Ekman, pionero en el estudio de las emociones y de su expresión facial. Daniel Goleman también realizó una clasificación muy similar años más tarde (en lugar de la emoción del asco habla de la emoción de la aversión).
- Emociones básicas o primarias: se trata de emociones innatas que aparecen en respuesta a un estímulo. Son comunes en todos los seres humanos y están íntimamente relacionadas con el proceso de adaptación. Son emociones directamente conectadas con nuestras necesidades. Pueden ser adaptativas o desadaptativas. Ekman, además de descubrir que existen expresiones universales, elaboró una lista de 6 emociones que se dan de manera universal.
Miedo: anticipación de una amenaza o peligro (real o imaginario) que produce ansiedad, incertidumbre e inseguridad.
Sorpresa: Sobresalto, asombro, desconcierto. Nos hace centrar la atención ante un estímulo inesperado y nos ayuda a orientarnos para afrontar una nueva situación.
Asco: disgusto o aversión. Nos produce rechazo hacia lo que tenemos delante.
Ira: Rabia, enfado que aparece cuando las cosas no salen como queremos o nos sentimos amenazados.
Tristeza: pena, soledad ante situaciones de pérdida.
Alegría: sensación de bienestar y de seguridad que sentimos cuando conseguimos algún deseo.
- Emociones secundarias o sociales: se derivan de las primarias, muchas de ellas son el resultado de la combinación de dos o más emociones básicas. Algunos ejemplos: culpa, vergüenza, satisfacción…
Por su parte Leslie Greenberg hace una clasificación similar, diferenciando entre emociones primarias saludables (respuestas fundamentales, llegan y desaparecen rápidamente, lo hacen de manera automática); primarias no saludables (son las mismas que las anteriores pero aparecen cuando la circunstancia que las ocasionó ya ha desaparecido, perduran en el tiempo); emociones secundarias (las que esconden nuestras verdaderas emociones, ejemplo: tapar la tristeza con enfado); y emociones instrumentales (aquellas que utilizamos para conseguir un fin, hay una intencionalidad en ellas).
¿Te sorprenden las clasificaciones anteriores? ¿Esperabas que se dividieran en emociones positivas y en emociones negativas?
Este es un error muy común, ya que es bastante habitual oír hablar de “emociones negativas” y de cómo evitarlas. Pero realmente, no hay emociones positivas ni negativas, ya que, como hemos comentado anteriormente, todas tienen una función. Son emociones, a secas. Sí que podemos hablar de emociones más o menos agradables, ya que hay algunas que deseamos sentir (como la alegría), y otras que nos gustaría evitar (como la tristeza). Pero todas ellas cumplen su función y es importante no intentar huir de ellas.
Por ejemplo, la ira nos permite defendernos, poner límites ante situaciones o personas que nos incomodan. Nos impulsa a hacer algo para cambiar algo que no nos gusta. Muchas veces pensamos que es inadecuada, sentimos que perdemos el control. Si en lugar de intentar reprimirla, tratamos de aceptarla, permitimos que aparezca, cambiaremos el foco y nos centraremos en gestionarla de la mejor manera posible.
Por lo tanto, es fundamental aceptar que todas las emociones son válidas, no existen emociones buenas o malas, y todas tienen su función. Aprender a no juzgarlas, a no categorizarlas en el polo positivo o negativo es fundamental para aprender a desarrollar una buena gestión emocional.
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